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lunes, 28 de febrero de 2011

Un grupo de colonos desafía el poder del gobernador de La Rioja

La historia de los colonos de El Cisco no tiene nada que envidiarle a la de “La familia Ingalls” o “El Gran Chaparral”. Desde hace dos años, estos productores de La Rioja protagonizan insólitas protestas (como arrojar los cadáveres de 12 vacas muertas de sed y hambre frente al municipio o encadenarse en la casa de dirigentes políticos locales) en defensa de sus tierras. Denuncian que el gobernador Luis Beder Herrera favoreció a una firma integrada por un “amigo de la infancia” y un empleado de su propio gobierno cediéndoles campos vecinos a los suyos. Y que ahora quieren quitarles lo más preciado que existe en el lugar: el agua para riego.

La colonia agrícola El Cisco está muy cerca de Olta, en los llanos riojanos. Fue creada en 1965, cuando todavía se pensaban políticas para radicar gente en el campo. Son seis lotes de 30 hectáreas, con derecho a riego desde un dique cercano. Alrededor hay monte espeso donde no se puede hacer más que una ganadería precaria, sometida a los caprichos del régimen de lluvias. En su época de esplendor, en cambio, la colonia daba empleo a más de 100 personas.

A diferencia de aquellas series de TV que relataban la odisea de quien se aventuraba en el lejano oeste norteamericano, la historia de El Cisco es real y tiene condimentos graves. Alberto Fernández, uno de los pioneros, salvó su vida de milagro cuando fue atacado a machetazos por uno de sus vecinos. El intendente de Olta, Juan Urbano, minimiza el conflicto al considerarlo “una pelea entre familias”. Pero a la vez confiesa: “Temo que suceda algo grave”.

Una crónica fría de los hechos indica que en 1996, cuando era ministro coordinador de La Rioja, el entonces menemista Beder Herrera cedió en comodato gratuito a los sucesores de Cristóbal Tello, un viejo vecino de Olta, tres lotes aledaños a la colonia, que sumaban 156 hectáreas. Luego, en 2000, la sucesión Tello obtuvo otras 222 hectáreas también linderas. Los ocupantes históricos de El Cisco, de pronto, se vieron cercados.

La sucesión beneficiada tiene dos integrantes singulares. Uno de ellos, José Villafañe, admite ser “conocido” del gobernador. El otro, Jorge Peralta, trabaja en la Secretaría del Agua, la que debe regular el riego. Ninguno de los Tello parece ser productor. En 2009 el propio gobierno admitió que no había “marcas y señales” a su nombre. Tampoco vacuna contra la aftosa.

“Esta claro que son testaferros de alguien muy poderoso”, dice Pablo Fernández. Los colonos decidieron acampar frente al municipio de Olta y allí permanecen. Es que en diciembre de 2007, los Tello lograron un inédito amparo judicial que les permitió desviar hacia su propio campo el agua para riego destinada a la colonia. El Cisco recién pudo recuperar el riego cuando el actual secretario del Agua, Germán Gracia, dictamino que los Tello no tenía derecho a riego. Pero a los pocos meses, el funcionario se dio vuelta, ordenó otorgar 20 horas de riego a los vecinos de la colonia y hasta intervino el consorcio de riego. Desde entonces El Cisco pasó 20 meses sin agua. Volvió recién el último diciembre, cuando ya se había perdido todo.

“Alguien quieren que nos vayamos para quedarse con los campos y el agua”, aseguró Norberto, otro de los productores sublevados. A su lado, Fernández apunta al gobernador. En 2008, Beder Herrera fue al lugar y les prometió apoyo. “Desde aquel día se nos acabó la paz”.

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